Sentado, buscando el flujo natural de la respiración.
El pensamiento se libera; ni piensa ni deja de pensar. Se deja pasar. No adhiere ni rechaza, como si las ráfagas mentales fueran nubes que atraviesan el cielo sin dejar rastro.
Es bueno controlar la mente: difícil de dominar, voluble y tendente a posarse allí donde le place. Una mente controlada conduce a la felicidad.
P.D: El salmón bien, el vodka no tanto.
Saludos!
domingo, 21 de octubre de 2007
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