Por la puerta grande

Viernes por la mañana.
Mi madre considera que ya dormí lo suficiente y entra en mi habitación al grito de "Elíaaaaas...", directa hacia la ventana. Meto la cabeza debajo de la almohada mientras ella sube la persiana. "¡Venga espabila!".

Después de un par de minutos en los que me doy cuenta de la cruda realidad de un nuevo día, me levanto, camino hacia la ventana y ¿qué es lo que veo?...no puede ser...¿sigo dormido?...me froto los ojos...no, no, estoy despierto y hay un tío toreando en el parque Isabel la Católica.

Lo pillo en pleno tercio de quites, practicando unos pases al aire. Me río cada vez que saca paquete provocando a su toro imaginario, y me lo imagino gritando "éhe toro..." ya que debido a la distancia poco puedo escuchar.

Me fui a por la cámara de fotos y cuando volví a mi habitación nuestro torero estaba recogiendo el capote. Qué pena, pensé, me quedé sin foto.
Pero no amigos. Ni corto ni perezoso, el valiente matador sacó de una bolsa la muleta y la espada y ¡comienza el tercio de muerte!

(Por favor, haced click en la foto para ver mejor al personaje)

En fin, que a mi lo de recrearse en la muerte de un toro...pues me parece una salvajada. ¡Pero lo que me reí viendo a este tipo!
Yo que creía que los toreros eran una especie en extinción por estas tierras...

Saludos!